jueves, 23 de diciembre de 2010

Violadores de las palabra de Jesús

POLITICA

Las Madres realizaron un “juicio ético” y condenaron a los miembros de la Iglesia cómplices de la dictadura


La Asociación Madres de Plaza de Mayo realizó hoy el denominado "juicio ético y político a los violadores de la palabra de Jesús", en el que se condenó simbólicamente a aquellos miembros de la Iglesia Católica que colaboraron con la última dictadura militar.


Durante el acto realizado esta tarde en Plaza de Mayo cinco testigos aportaron sus testimonios sobre la complicidad de la jerarquía católica, de entonces, con el terrorismo de estado, además de señalar el rol que jugó el arzobispo de Buenos Aires, cardenal, Jorge Bergoglio, en la desaparición de los curas de la Compañía de Jesús, Orlando Yorio y Francisco Jalics.

Ante el "tribunal" presidido por la titular de Madres, Hebe de Bonafini, y el abogado Roberto Boico, quienes dieron los argumentos políticos y jurídicos de la condena, expusieron el sacerdote ex miembro del Movimiento del Tercer Mundo, Eduardo De la Serna; la dirigente de derechos humanos, Claudia Nigro y el médico psiquiatra de los menores abusados por el padre Julio César Grassi, Enrique Stola.

También brindaron sus testimonios, el sacerdote teólogo, Rubén Dri, y Jesús Plaza, sobrino del ex arzobispo de La Plata y capellán de la temida policía bonaerense, en tiempos del represor Ramón Camps, Antonio José Plaza.

En tanto, que la "defensa" fue representada, a través de un audio de una entrevista hecha por el fallecido periodista Roberto Maidana al entonces, arzobispo de Buenos Aires y confesor de la madre del dictador Jorge Rafael Videla, Antonio Tortollo.

El primer testimonio estuvo a cargo del sacerdote Eduardo de la Serna, quien a través de una grabación recordó las palabras del ex presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Raúl Primatesta, al comienzo de la dictadura.

"Es tiempo de callar. Es tiempo de ser prudentes", había dicho Primatesta, palabras que para De la Serna, fueron el símbolo del silencio y la complicidad de la Iglesia con los delitos de lesa humanidad de la dictadura.

El teólogo, también se refirió al padre Héctor Aguer, de quien se expuso una foto junto al ex presidente Eduardo Duhalde y Ramón Puerta, en uno de los paneles giratorios instalados al costado del escenario, y a quien señaló, según testimonios, "como el responsable de la desaparición del sacerdote Pablo Gazzarri".

En tanto, Claudia Nigro, relató cómo el ex capellán del Servicio de Informaciones de la Jefatura e Policía de Rosario -lugar donde funcionaba un centro clandestino de detención- y actual párroco de la localidad de Casilda, Eugenio Zitelli, alias "El Gringo), ignoró el pedido de auxilio de una de las víctimas.

Negro, contó que María Inés Luquetti de Vetamín, secuestrada junto a su madre, estando embarazada, le pidió ayuda al capellán: padre aquí están pasando vejaciones horribles", le dijo, a lo que el religioso le contestó: "La tortura es un mecanismo de conseguir información política. Esto es una guerra".

Rubén Dri, por su parte, contó que el ex titular de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Buenos Aires, Antonio Quarrachino "fue uno de los impulsores" dentro de la Iglesia de la auto amnistía que se dieron los militares sobre el final de la dictadura.

Dri señaló además que "hubo una complicidad de la jerarquía católica que no sólo callaba ante los asesinatos sino que legitimó la dictadura militar" y agregó: "La doctrina de la Seguridad Nacional no hubiese podido existir sin esas legitimación".

También recordó que Quarrachino, al justificar el terrorismo de Estado, señaló: "Todos cometemos excesos por defender demasiado los valores cristianos".

Por último, Rubén Dri relató el rol que jugó el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, en el secuestro de los curas de la Compañía de Jesús, Orlando Yorio y Francisco Jalics, quienes permanecieron en la Esma durante cinco meses, en 1976.

Dri contó que cuando los sacerdotes "fueron expulsados de la Compañía de Jesús, que "dependía de Bergoglio", el cardenal "le recomendó a Yorio que vaya a la diócesis de Morón, a cargo de monseñor Raspatti, quien les dice que no tiene lugar para él, "respondiendo a un pedido" del actual arzobispo de Buenos Aires, quien "por bajo de la mesa le pidió que nos los recibiera por subversivos".

"Yorio entonces recurre a monseñor Aramburu, quien les quita (a los sacerdotes) las licencias dejándolos en manos de los militares".

En tanto, Jesús María Plaza manifestó su "convicción" que su tío, el entonces arzobispo de La Plata, Anonio José Plaza, fue "el entregador y responsable del secuestro y desaparición de mi hermano juan Domingo".

Por otra parte, durante el acto se recordó también a "los sacerdotes y obispos desaparecidos que también son nuestros hijos", entre ellos, al padre Carlos Mugica, a los curas Palotinos, Pedro Duffau, Alfredo Kelly y Alfredo Leaden, como así también a las monjas francesas, Alice Domon y Leoni Duquet y a los obispos, monseñor Enrique Angelelli, y Juan Carlos Ponce de León.

El "juicio ético y político a los violadores de la palabra de Jesús", terminó cuando el tribunal -compuesto por el público presente- condenó a mano alzada a los miembros de la Iglesia Católica que "fueron cómplices del genocidio" a la pena simbólica de "reclusión perpetua".

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