Ella prepara caracoles saltados en manteca esperando la madrugada del alba.
Una virgen judía y un carpintero árabe se miran a los ojos antes de rezar.
Ellos saben que el último placer que les queda es comer
comerse al único Dios de los hombres libres borrachos bajo las estrellas.
Bebámonos la noche vieja amiga
Y que nuestra devoción contagie a los paganos sin sed.
Después podremos descansar todo el verano y dejar que estos cuerpos concebidos sin pecado se vuelvan a encontrar en marzo o en abril
salados, hambrientos y ungidos.
“El único amor sincero es el amor por la comida” George Bernard Shaw
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