viernes, 11 de noviembre de 2011

11 veces 11

Me atrinchero en la radio. Agua para saciar la fuente, música para ensordecer las explosiones. Dejo que pasen los minutos sobre el micrófono negro. Subo a la terraza y veo como cae el faro del palacio Barolo. La Av de Mayo es testigo del desastre pero no quiere hablar. Paciencia. Me atrinchero en la radio. Son los primeros segundos del fin de todo. Ya somos fantasmas, ya animales de la ensoñación. ... Llegó la hora y no hay vuelta atrás. La cuenta reagresiva de los siglos acaba de chocar con nosotros como un meteoro de acero y nácar. Son pulsiones astronómicas, viajes muy adentro del ser del tiempo. Me atrinchero en la radio. En la oscura fascinación de la niebla en trance; en el tope de la cima del volcán enardecido; bajo las señales de los semáforos en rojo permanente.
Crujen las aguas servidas. No hay salvación porque salvarnos sería destruirnos. Me atrinchero en la radio. Beso a tus hijos. Acaricio a mis gatos y me dejo llevar por el silicio de fuego que escupe una bola de dios hecha llamarada. No veo un puto colectivo en la inmediaciones. No tengo monedas. Estoy atrincherado pero no tengo miedo, solo transpiro sangre, me lloran los ojos y hecho unos mocos azules por la nariz.
¿Y vos, pudiste al menos salvar algún libro, algún recuerdo, alguna canción?
No me contestes ahora.

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