toda la vida soñándote
y ahora que estás volcada en sed
te despiertas sonámbula
como los rios que abren cielos la noche
no tiene rumbo
desnuda estás sin piel por eso te empecinas
en quererme
a mi
que de mis huesos nunca debí partir
amanezco confundido
tu aroma y la sal
son el fruto preferido del deseo
en la quietud de las horas deslomadas
y en la razòn de los frutos quemàndose al sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario