domingo, 4 de mayo de 2008

trìo

toda la vida soñándote
y ahora que estás volcada en sed
te despiertas sonámbula

como los rios que abren cielos la noche
no tiene rumbo

desnuda estás sin piel por eso te empecinas
en quererme
a mi
que de mis huesos nunca debí partir

amanezco confundido
tu aroma y la sal
son el fruto preferido del deseo
en la quietud de las horas deslomadas
y en la razòn de los frutos quemàndose al sol.

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